Published: October 24th 2024, 8:45:06 pm
Roleplay 🫣
Yo soy una chica de 20 años.
Era una noche tranquila, y la casa se sentía vacía y en silencio. Mi papá había salido a trabajar, dejándome sola en mi cuarto, perdida en mis pensamientos. A medida que el silencio se profundizaba, una sensación de tentación comenzó a apoderarse de mí, deseo y ansias recorrían mi cuerpo, por lo que, sola en mi casa, me disponía a darme un poco de amor, despertando deseos que apenas podía controlar. De repente, escuché la puerta principal abrirse lentamente, y el señor Fernando, amigo de mi papá, apareció en casa.
Él tiene 40 años de edad y es un hombre imponente, su presencia siempre me desestabilizaba de una forma que despertaba algo prohibido en mí.
Era usual que el entrara y saliera de la casa, ya que era un íntimo amigo de mi papá.
"¿Está tu papá en casa?", preguntó, con un tono tranquilo, pero firme.
"No, Fernando, acaba de irse," respondí, tratando de sonar tranquila a pesar de la agitación previa que tenía. Se acercó, esbozando una sonrisa leve, con su mirada fija en mí de una forma que me provocó un escalofrío placentero.
"¿Y qué haces aquí sola?", preguntó, con un tono casual, pero insinuante mientras él veía la ropa que yo llevaba puesta, un vestido blanco, medias blancas altas y una blusa blanca con ositos estampados en ella. Mi corazón latía más rápido de lo que quería admitir.
"Solo... pensando," respondí, intentando sonar indiferente, aunque el aire entre nosotros estaba cargado de una tensión no dicha.
"Esto está mal," susurró suavemente, dando un paso más cerca, su tono volviéndose más profundo y serio.
"Lo sé," le respondí en voz baja, sintiendo cómo el ambiente se volvía más cálido, casi sofocante. "Pero es difícil resistirse," añadí, sin poder ocultar el deseo en mi voz.
Sonrió de manera pervertida. "Quizá podamos aliviar la tensión," sugirió con una voz baja y tentadora.
Antes de darme cuenta, ya estaba sobre sus piernas, mis muslos sentían su pene con fuerza. "Te he deseado por tanto tiempo," le susurré al oído, sintiendo cómo el calor de nuestra cercanía se volvía más intenso.
Él no dudó en corresponderme, besándome con hambre, su cuerpo presionándose contra el mío. Podía sentir su gran pene rozando contra mi trasero, llevaba vestido ese día, podía sentirlo con mucha fuerza.
"Déjame Cogerte," suplicó en un susurro, su voz cargada de deseo.
Mi mente luchaba con lo prohibido de la situación, pero mi cuerpo ya se rendía al momento, se me ocurrió algo para complacerlo y sentirme bien al mismo tiempo
"Solo usa mis muslos," jadeé, "es lo único que puedo ofrecerte... por ahora."
Él me recostó y se posó detrás de mí, levanto mi trasero y clavo su pene entre mis piernas húmedas con los jugos de mi vagina excitada. Rozando mi piel desnuda, cada bombeo provocaba en mí un jadeo.
"No estamos cruzando la línea, ¿verdad?", me preguntaba una y otra vez mientras lo sentía cada vez más excitado.
"Dios, se siente tan bien," gemí, mientras su pene se deslizaba entre mis piernas, la fricción contra mi clítoris haciendo que me sintiera más y más mojada.
"¿No quieres más?", preguntó con una voz profunda y ronca, sus manos recorriendo mi cuerpo suavemente.
"No, no deberíamos," insistí, pero mi voz ya había perdido su firmeza. El deseo era abrumador, haciéndome cada vez más docil.
"¿Estás segura?", preguntó de nuevo, su pene rozando peligrosamente la entrada de mi vagina, lo sentia casi adentro, tentándome aún más.
Me atrajo más cerca, sus labios rozando mi cuello, su mano subio lentamente hasta tocar mis pechos desnudos. Su pene aun que peligrosamente cerca del interior de mi vagina, nunca fue más allá de mis muslos, pero la sensación de tenerlo ahí era increíblemente placentera.
"Es tan bueno," gemí, arqueando la espalda.
"Así es, nena," me animó, empece a sentirme perdida entre sus brazos, hubiera accedido a lo que fuera en ese momento de placer extremo.
"No te detengas," le rogué, sintiendo la urgencia crecer dentro de mí. Él bombeó con más fuerza hasta que sentí su semen salir con fuerza, caliente y pegajoso sobre mi piel. La sensación me dejó sin palabras ... Sin Aliento, recordándome lo cerca que había estado de penetrarme y bombear todo ese semen dentro de mi.
Me tocó suavemente el trasero, me besó en la mejilla y comenzó a vestirse. "No dejes que tu papá se entere," advirtió con un tono ahora más serio.
"Él nunca lo sabrá," le respondí con voz tímida y cargada de deseo.
Después de todo, solo había sido un inofensivo tighjob, ¿verdad?